Oportunidad para mejorar la ERE

Ya hemos mencionado anteriormente que nuestra prioridad es contribuir al desarrollo de la Enseñanza de la Religión en la escuela. Por ello, consideramos esencial que los profesores de religión nos impliquemos con todo aquello que acontece en el sistema educativo, ya que es el escenario donde realmente desarrollamos nuestra misión docente. Desde la incorporación del nuevo marco curricular de la LOE (2006) nos hemos preocupado por conectar esta novedad con la Enseñanza de la Religión, y ello porque vemos en esta relación una doble oportunidad: por una parte, la ocasión de justificar y redimensionar la integración del saber religioso en el nuevo marco educativo; por otra, el momento de renovar y mejorar la enseñanza de la Religión.
En este sentido, destacamos la aportación que hacen C. Esteban y R. Prieto en COMPETENTES EN RELIGIÓN[1]. La lectura de este trabajo nos ofrece un soporte conceptual y teórico que nos posibilita asumir críticamente el actual marco curricular del sistema educativo y el propio currículo de Religión. También hace una doble propuesta de mejora e innovación para la Clase de religión. Con todo ello, los autores pretenden acercar los aprendizajes de los alumnos en las clases de Religión a su realización personal y dar una mayor aplicabilidad de estos conocimientos a las situaciones de la vida real. Con este mismo objetivo, nace nuestro proyecto que ahora, y a través de esta publicación, tenemos la posibilidad de compartir.

Nueva forma de expresar la educación integral

El objeto de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad del alumno, así lo expresan las declaraciones internacionales, europeas y españolas. Es decir, la educación debe promover la formación integral de todas las dimensiones y capacidades que forman parte de la personalidad humana.
La incorporación de las competencias básicas como elemento del currículo escolar, se propone como una nueva formulación de lo que debe ser la educación integral. De esta manera, la LOE, establece las ocho competencias básicas que deben contemplarse en la tarea educativa. Algunos rasgos esenciales del concepto de competencias básicas ya estaban presentes en planteamientos educativos anteriores:

  • Las capacidades, como referencia básica de la pedagogía sobre la educación integral.
  • Los contenidos, en su triple dimensión de conocimientos, procedimientos y actitudes.
  • Las inteligencias múltiples como teoría que amplía no sólo nuestra percepción de la inteligencia, sino también por sus implicaciones en la transición de una escuela uniforme a una nueva visión más diversificada y conectada con la realidad.

En este último rasgo es dónde se centra fundamentalmente nuestra propuesta, que a continuación desarrollamos.

Dimensiones, inteligencias y competencias

Dimensiones

 “El ser humano conoce 3 dimensiones: la corporal, la psíquica y la espiritual.  Se trata del basar, nefesh y rua de la antropología bíblica,  así como del soma, psyché y pneuma de la antropología patrística.  No podemos separar los tres ámbitos, porque lo que nos constituye como seres humanos es precisamente la unidad que formamos. Nuestro yo está llamado a armonizarlos entre sí. La plenitud de lo humano se da en esta armonía”.[2]

 Hay un yo exterior, el que se puede ver, oír, tocar. Y hay un yo interior, que tiene una profundidad infinita, abierto al misterio, a lo sagrado, al elemento previo de la Religión. Es lo que denominamos la interioridad, el corazón sería una dimensión dentro de ésta; es donde María guardaba y meditaba todas aquellas cosas que no entendía sólo con la razón (Lc 2, 19. 51).
La novedad de la fenomenología es que descubre o resalta que hay un mundo interior que es distinto al hacer exterior. Por ejemplo, experimentamos el tiempo interior de distinta manera que el reloj exterior, que el tiempo científico; unos instantes de imágenes nos pueden hacer recordar y sentir traumas, miedos, alegrías… se nos ha acumulado la vida entera ahí. Hay un tiempo, una visión y un hacer interior.
El ser humano se mueve en un constante ir y venir entre el interior y el exterior. Es el movimiento vital de todo ser, que oscila constantemente entre la expansión y la vuelta al centro para encontrar en él la Fuente de la Vida. Es la fuerza centrífuga que lleva al niño a la exploración y la fuerza centrípeta que devuelve al adulto a la introspección.
En este sentido, el silencio nos remite a lo esencial. Es una respiración, una puerta de entrada a la interioridad y a la conciencia de uno mismo. Nuestra interioridad es el punto nutricio que nos hace crecer como personas, que nos proporciona energía al conjunto. Los místicos nos recuerdan que es un camino difícil, en el interior ya no está mi yo, sino el Totalmente Otro. Cuando el sujeto se vuelve objeto y el objeto sujeto. “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla” (GS, 16).
Cuando encontramos esta Fuente de Vida, cuando encontramos a Cristo,  en nuestro interior, nos marca el camino hacia el exterior, salimos impulsados, es hacer el camino hacia fuera “id y anunciad el Evangelio” (Mc 16,15).
El objetivo de una educación en la interioridad es ayudar a nuestro alumnado a conectar consigo mismo, a entenderse a sí mismo, para desde ese conectar consigo mismo, descubrir claves que le permitan conectar con lo que los otros son y con lo que la realidad es, más allá de apariencias y estereotipos.

Inteligencias          

Inteligencia significa saber escoger la mejor alternativa entre varias, pero también saber leer el “adentro” de las cosas. También significa capacidad de aprender o de comprender. Capacidad que permite adaptarnos con cierta velocidad a los recursos disponibles y enfrentarnos a situaciones nuevas no previstas. Conjunto de aptitudes que las personas utilizan con éxito para lograr sus objetivos racionalmente elegidos. Pero también y sobre todo, la capacidad que tiene la inteligencia de crearse a sí misma[3].
Durante mucho tiempo se ha pensado que la inteligencia humana es unitaria, única y por lo tanto, es posible definirla y cuantificarla. Será Howard Gardner, en 1983, quien rompe esta hipótesis proponiendo que no existe una inteligencia sino muchas, que todos poseemos capacidades similares pero que siempre somos más hábiles para unas cosas que para otras, y a  esto lo llamó, Teoría de las Inteligencias Múltiples[4].
Según Gardner hay ocho formas de inteligencia. Cada una de estas formas de inteligencia desarrolla una función peculiar y está integrada en el conjunto. Son formas interdependientes y ninguna de ellas es autosuficiente. Gardner establece las siguientes categorías o inteligencias:

  • Lingüística: Capacidad de pensar en palabras y de utilizar el lenguaje para comprender, expresar y apreciar significados complejos.
  • Musical: Capacidad de reconocer patrones tonales, con alta sensibilidad para los ritmos y sonidos. 
  • Lógico-matemática: Capacidad para resolver problemas mediante procesos inductivos y deductivos, aplicando el razonamiento, los números y patrones abstractos.
  • Corporal y kinestésica: Capacidad para utilizar el propio cuerpo con el fin de resolver problemas o realizar actividades.
  • Espacial y visual: Capacidad para reconocer y elaborar imágenes visuales, distinguir a través de la vista rasgos específicos de los objetos, crear imágenes mentales, y a razonar acerca del espacio y sus dimensiones, manejar y reproducir imágenes externas e internas.
  • Intrapersonal: Capacidad para formarnos una imagen veraz y precisa de nosotros mismos, para distinguir lo que somos de lo que representamos en el plano de las relaciones sociales. También nos permite comprender las necesidades más hondas y los deseos fundamentales que emergen de nuestro ser.
  • Interpersonal: Capacidad para entender y comprender a los otros. Habilidad para las relaciones sociales, para establecer vínculos y alianzas empáticas con nuestros semejantes.
  • Inteligencia naturista o ecológica: Capacidad para observar atentamente el entorno natural y estudiar los procesos que tienen lugar en él.

Todos nacemos con un potencial marcado por la genética. Pero este potencial puede ser desarrollado de una manera u otra, dependiendo del ambiente, de nuestras experiencias y de nuestra educación.
Desde que Howard Gardner identificó ocho formas de inteligencia en el ser humano, se han desarrollado aportaciones muy distintas que confirman y amplían sus intuiciones. En los últimos años, investigadores de distintas universidades del mundo, han identificado una nueva forma de inteligencia: la inteligencia espiritual, también denominada existencial o trascendente. Zohar y Marshall en 1997 acuñan el término «Inteligencia espiritual»[5].
En España,  Francesc Torralba publica en 2010 su libro
Inteligencia espiritual[6], en él defiende la idea de que existe en el ser humano una inteligencia espiritual que opera en íntima conexión con las otras formas de inteligencia. En este ensayo, el autor disecciona la inteligencia espiritual considerando las aportaciones precedentes, pero introduciendo otras nuevas funciones. Así, considera que la inteligencia espiritual “faculta para tener aspiraciones profundas e íntimas, para anhelar una visión de la vida y de la realidad que integre, conecte, trascienda y dé sentido a la existencia”. El ser humano goza de un sentido espiritual que sólo puede desarrollarse cultivando su inteligencia espiritual. El crecimiento de tal forma de inteligencia abre horizontes nuevos. Para ello resulta esencial pensar estrategias oportunas para educar tal forma de inteligencia en las nuevas generaciones. Una educación integral tiene que aglutinarla, porque en ella está en juego no sólo la felicidad y el desarrollo pleno de la persona, sino de las culturas y de los pueblos.
Lo que tratamos es precisamente esto, abrir horizontes nuevos, pensar estrategias oportunas para educar la inteligencia espiritual desde la Clase de Religión Católica.

Competencias

“La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.”

Aristóteles

La inteligencia es saber y la competencia es aplicar ese saber. 
La competencia es la destreza que permite aplicar a la vida los conocimientos adquiridos. No son un contenido nuevo, sino una forma de lograr que el conocimiento se use de forma eficaz.

 Una competencia es: 

  • Un saber que se aplica.
  • Susceptible de adecuarse a diversos contextos.
  • De carácter integrador, abarcando conocimientos, procedimientos y actitudes.

Las competencias básicas de nuestro sistema educativo reflejan este mapa de las inteligencias. Tras un interesante proceso de investigación, el Departamento Pedagógico-Pastoral de Escuelas Católicas de Madrid detectó tanto las potencialidades como las limitaciones que presenta este modelo competencial. En el 2008 publicó Reflexiones en torno a la competencia espiritual. La dimensión espiritual y religiosa en el contexto de las Competencias Básicas Educativas[7]. En él se aborda, por primera vez, el concepto de competencia espiritual y se sugiere estimular y desarrollar esta dimensión a través de la educación formal. Proponen cuatro tipologías de competencia espiritual que pretenden ayudar a estudiar cómo desarrollar esa novena competencia. Así pues, proponen cuatro tipos, cuatro estadios sucesivos: Competencia Espiritual Básica, Competencia Espiritual Trascendente, Competencia Espiritual Religiosa y Competencia Espiritual Religiosa Cristiana.
Hay todavía muchas dudas por resolver: ¿Qué entendemos por espiritual?, ¿Qué entendemos por interioridad?, ¿Cómo proteger y potenciar este mundo interior? ¿Podemos llegar a una definición común de competencia espiritual? ¿Algo tan sutil, como lo espiritual, no debería tratarse también con sutileza? ¿Intentar evaluar, “medir”, una materia así no acabaría con su propia esencia? No pretendemos profundizar en toda esta nebulosa semántica[8], más bien pensamos que hay que avanzar con precaución y discernimiento y saber aprovechar la oportunidad que nos brinda este debate con sus diferentes argumentos, para dinamizar y redimensionar la presencia del saber religioso en la esfera escolar.

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 [1]ESTEBAN C. Y PRIETO, R.: COMPETENTES EN RELIGIÓN. PROPUESTAS Y ACTIVIDADES PARA MEJORAR LAS CLASES DE RELIGIÓN. PPC. Madrid, 2010.
[2] Javier Melloni, S.J. Doctor en Teología y Licenciado en Antropología cultural.
[3]TORRALBA, F.: Op. Cit. Pág. 21.
[4] GARDNER, H.: Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences. Basic Book. New York, 1983. En 1999 publicó Intelligence Reframed. Este libro se presenta como un informe sobre cómo la teoría de las inteligencias múltiples ha cambiado y evolucionado desde que se estableció por primera vez en 1983. Gardner no quiso comprometerse con una inteligencia espiritual, pero sugirió que una inteligencia “existencial” podía ser un “constructo” útil.
[5] ZOHAR, D & MARSHALL, I.: Spiritual Intelligence, the Ultimate Intelligence. Bloomsbury, London, 2000.
[6]TORRALBA, F.: Inteligencia espiritual. Plataforma, Barcelona, 2010. Este trabajo es un auténtico referente para todas aquellas personas vinculadas con la enseñanza y doblemente interesante si nos dedicamos a la Enseñanza Religiosa Escolar. Nos da algunas claves para el cultivo y desarrollo de este tipo de inteligencia.
[7] VV. AA.: Reflexiones en torno a la competencia espiritual. Paidós, Madrid, 2008
[8]  YLLA, L: Puertas abiertas. Por una pedagogía de la interioridad en la escuela. Este valioso trabajo nos ofrece una aclaración terminológica, una fundamentación teórica y una novedosa propuesta pedagógica para educar la interioridad en la escuela.

Una respuesta a Oportunidad para mejorar la ERE

  1. Mila Rivero dijo:

    Muy innovador su blog y de mucho contenido para orientarme en el proceso de revisión y enriquecimiento de la ERE en mi colegio. Saludos Mila Rivero

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